miércoles, 4 de noviembre de 2015

Magic Mike




En los prolegómenos de la década de los treinta, Warner Bros hacía soñar a los obreros depauperados por el crack de 1929 que era posible acceder a otro mundo, que si se contaba con unas buenas piernas y una bonita sonrisa uno/a era capaz de escalar socialmente. Fueron los años de ‘Vampiresas 1933', de Mervyn LeRoy, y ‘La calle 42', de Lloyd Bacon, dos cintas paradigmáticas del musical, ensoñaciones de caleidoscópicas coreografías cuyo denominador común se encuentra en la magia de Bubsy Berkley y en esa idea de escapar de la pobreza a ritmo de claqué y caída de pestañas.

Las chicas de Berkeley y los chicarrones de Steven Soderbergh en ‘Magic Mike' comparten algo más que ese ansia por el éxito económico y social. Efectivamente, el cineasta estadounidense crea un musical en total consonancia con la crisis económica actual: casual o no, el Magic Mike protagonista de la cinta, interpretado por Channing Tatum -sobre cuyas vivencias personales se ha basado la película-, trabaja de día como peón de la construcción en Tampa, Florida, escenario, casual o no, del pasado congreso ofrecido por el Partido Republicano donde se escogió la candidatura de Mitt Roomney para competir en las próximas elecciones presidenciales; de noche, sabemos que su ocupación consiste en alegrar a las féminas quitándose la ropa y quedándose como Dios le trajo al mundo. Pero a diferencia de las vedettes de la Gran Depresión, nuestro Magic Mike aspira a ser un reconocido diseñador de muebles, aunque la sociedad sólo reconoce y paga las mil y una posibilidades de su físico.