“Por
encima de la libertad, hay mucha gente que prefiere la belleza”. Con estas
palabras que Roma (Jada Pinkett Smith) le espeta al stripper Mike (Channing
Tatum) en un momento de Magic Mike XXL casi podría resumirse el
mensaje hedonista del que hace gala la secuela de Magic Mike (Steven Soderbergh, 2012).
Si aquella era un musical con la crisis económica como escenario de las
diatribas de su protagonista, Magic Mike XXL deja de lado esa
preocupación política y en su lugar proporciona una historia que celebra el
gozo absoluto, la carnalidad, el desenfreno y, a la postre, ese mensaje tan
estadounidense que subraya las mil y una oportunidades que ofrece el país de
las barras y estrellas. Más hedonista, así pues, con menos moralina y mucho más
modesta que su predecesora -no deja de ser llamativo que Magic Mike
XXL esté dirigida por el que fuera el asistente de director de la primera
película: Gregory Jacobs tiene un currículum espectacular, sobre todo como
delfín de Steven Soderbergh-, en esta segunda cinta sobre nuestro fornido Mike
seguimos al protagonista en el road trip que emprende con sus
compañeros desde Tampa, Florida, camino a una convención de strippers que tiene
lugar en Myrtle Beach, Carolina del Sur, mientras somos testigos de la variada
fauna con la que se encuentran, sea un grupo de Drag Queens, una rica señora
sureña (Andie McDowell) y sus amigas o una ex stripper que pretende cambiar su
suerte y ser fotógrafa (Amber Heard) y en quien no es complicado ver reflejado
a ese Mike del primer filme que aspiraba a cambiar el tanga por la mesa de
diseñador.Ese viaje, por supuesto, también será el relato de un cambio y el del
encuentro con la verdadera personalidad de cada uno de los machotes del grupo,
porque quitarse la ropa y restregarse cuerpo a cuerpo no está reñido con la
espiritualidad y con la búsqueda del ser interior. Free your mind
and the rest will follow.